- 10 septiembre, 2021
- By: Gruas Bretones
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El ocaso de los automóviles diésel es un hecho: sus ventas han caído, y siguen cayendo, de forma alarmante ya que las políticas medioambientales han puesto el acento en los coches de gasóleo, los cuales son señalados como principales culpables de la pésima calidad del aire. Pero, ¿son todos los vehículos diésel iguales? ¿Realmente podemos meterlos en el mismo saco a todos?
Es evidente que no es lo mismo un motor diésel fabricado hace 2 años que uno fabricado hace quince años. Las marcas automovilísticas ha realizado inversiones millonarias para reducir las emisiones de los propulsores de gasóleo.
Estos gases y agentes en suspensión, a diferencia del dióxido de carbono (CO₂), atentan directamente contra la salud de las personas y no contra la atmósfera: según un informe de la Unión Europea, aproximadamente 400.000 europeos mueren al año a consecuencia de la pobre calidad del aire en las grandes ciudades. Es por ello, que el ejecutivo comunitario se ha vuelto más exigente con los propulsores de gasóleo por ese motivo, desde el estándar Euro 5 (2009) están obligados a incorporar filtro de partículas, mientras que los propulsores de gasolina no lo han hecho hasta la normativa Euro 6C (finales de 2017).
A ello se suma la llegada de los catalizadores Adblue: para ajustarse a la normativa Euro 6 en cuanto a emisiones de NOx, un buen grueso de automóviles diésel se ha visto obligado a incorporarlos. Gracias a la inyección de urea, los óxidos de nitrógeno generados en la combustión pasan a ser inocuos, ahorrando emisiones nocivas a los pulmones de los europeos.
Los esfuerzos parecen haber sido en vano, los coches diésel siguen siendo señalados tanto por el ejecutivo europeo como por las administraciones de los países miembros, lo que se traduce en un tira y afloja entre la industria automotriz y los gobiernos: los primeros defienden que los coches diésel nuevos no merecen lo que tildan de persecución, mientras que los segundos aseguran que los automóviles de gasóleo acabarán desapareciendo de la oferta automovilística. La presión de la UE está en la ecuación, por supuesto: si no se cumplen los límites, habrá sanción.